Me da pena que no vuelvas a escuchar mi pulsar de teclas,
que mis historias en tus manos queden reflejadas como un eco,
que las canciones a ti dedicadas bailen por mi boca yermas,
que el brillo de tus ojos encarnecidos se convierta en hielo,
que la sinrazón que con razón racionaba tu lengua quede muda,
que las poesías que la mente emanaba fulgurante se pronuncien con miedo
y que la única manera de que este títere se mueva sea Una.
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